Mientras una rama se niega a caer, aquel niño que se escondía en el patio sin hablar, ahora vuelve a sentarse a mirar lo que a su alrededor acontece, pero esperando que quizás mañana juegue a pelota con los demás.
Partes que se han caído de la pared y se pintan para que vuelvan a adquirir vida y color y no dejen pasar las humedades del destino que a veces se hace paso a través de las horas del día.
Uno o quizás mas amigos misteriosos se agolpan en la puerta llamando sin parar, para que el de naranja clave sus miradas en la zona de impacto y se deje caer sin red.
Un salto cualitativo, pero no del todo completo, por culpa de los cambios que a veces no son para bien.
Solo la ventaja del haber degustado lo malo y ahora saber que hay que pedir de menú diario evitando las cartas llenas de dibujos falsos que luego se tornan en unos macarrones pasados y sin casi tomate.
Entre estas y otras cosas, entra las risas y los lloros, o quizás comí demasiado y ahora estoy empachado...quien sabe, solo es un jueves como tantos otros, aunque con una especia de tránsito enigmático que no sé definir.
Para entender algun día seguro...
Buscaré la inocencia, compensada con una pizca de experiencia para que no se me atragante.
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